Actualmente, existe suficiente evidencia científica que indica que una alimentación saludable contribuye a mantener un estado óptimo de salud. Por este motivo, la alimentación es claramente reconocida como un determinante de salud, pues, entre otros factores, refleja nuestro estilo de vida. Por tanto, la alimentación no debe ser ajena al ámbito laboral, más si se tiene en cuenta que el trabajo de un empleado representa gran parte del total de horas que tiene el día. Así que, ya sabes: cuida tu alimentación, también en el trabajo.
Estado nutricional óptimo = mayor productividad
La alimentación laboral hace relativamente pocos años que empezó a cobrar más importancia. Las empresas percibían que aquellos trabajadores que no tenían un estado nutricional óptimo eran menos productivos y, en consecuencia, esto generaba un gasto económico para la empresa. De hecho, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) una empresa puede aumentar su productividad en un 20%, si sus empleados tienen un estado nutricional óptimo. Esto lo atribuyen a que muchos trabajadores suelen hacer desayunos de poca cantidad calórica y mala calidad para afrontar la jornada laboral, así como, por el contrario, almuerzos muy calóricos con refrescos azucarados y alimentos muy grasientos que pueden generar digestiones pesadas con un menor rendimiento físico y mental.
Actualmente, la gran mayoría de trabajadores se ven obligados a comer fuera de casa, ya sea en un restaurante, en la cafetería del mismo centro de trabajo o de tupper. En este sentido, sus elecciones para comer van a depender, entre otros factores, del conocimiento que tengan en referencia a una alimentación saludable y al nivel de acceso a alimentos sanos.
Pero, ¿qué significa mantener una alimentación saludable en el trabajo?
Mantener una alimentación saludable en el trabajo simplemente implica tener en cuenta todos los alimentos que consumimos a lo largo del día, prestando atención a la variedad y el equilibrio entre los alimentos y el lugar en el que nos los vamos a tomar, por lo que es muy importante una buena planificación para no repetir siempre los mismos alimentos y evitar la monotonía. En este sentido, hay que tener en cuenta, también, la cantidad de energía que consumimos diariamente, que deberá estar acorde con nuestra actividad, más o menos activa, sexo y edad.
A continuación, te presentamos 7 consejos que esperamos que te sirvan para optimizar tu planificación y para seguir una alimentación más saludable durante tu jornada laboral.
1. Fraccionamiento:
Realiza 5 comidas al día. Se acostumbra a restar importancia al desayuno y la merienda, pues muchas personas a menudo no realizan estas comidas, pero es importante escoger alimentos saludables en éstas tomas también. Procura aportar alimentos saludables en el desayuno y la merienda, por ejemplo, una pieza de fruta, un yogur natural con frutos secos crudos o un bocadillo integral de pavo, queso, atún, etc.
2. Desayuno:
Recuerda que un desayuno insuficiente puede afectar negativamente a tu rendimiento físico y mental. Realiza un desayuno completo que incluya, al menos, una pieza de fruta, un lácteo como la leche o el yogur y algún alimento que sea rico en hidratos de carbono y fibra, como pueden ser los cereales sin azúcares añadidos o unas tostadas integrales.
3. Lleva tu comida:
Invierte unos minutos a la preparación de la comida en casa, o incluso, cocina de más la noche anterior. Planifícate y llévate una fiambrera y evita comer en un restaurante o en la cafetería del centro de trabajo. Además, ¡tu bolsillo lo agradecerá!
4. Variedad:
Elabora o escoge preparaciones diferentes en tu comida, así evitarás la monotonía. Una forma sencilla y efectiva para lograr que tu comida sea equilibrada y variada es siguiendo el método del plato. Imagínate un plato, pues la mitad de éste, debe estar lleno de vegetales (ensaladas variadas, purés, guarniciones, etc.), una cuarta parte debe contener alimentos ricos en hidratos de carbono complejos (pan, pasta, arroz, patata, legumbres, etc.), y, por último, en la cuarta parte restante debes incluir alimentos ricos en proteína animal (carnes magras, pescado o huevo) o proteína vegetal (legumbres, tofu, seitán, etc.).
5. Postres:
De postre apuesta por la fruta o el yogur natural.
6. Hidratación:
Una escasa hidratación también puede llegar a repercutir a tu rendimiento físico y mental. No olvides hidratarte a base de agua, infusiones, licuados, caldos, bebidas vegetales, zumos sin azúcar, etc., evitando las bebidas azucaradas, gaseosas y/o estimulantes.
7. Socializa mientras comes:
Comer es un acto social. Tómate 30 minutos, al menos, para despejarte y relajarte mientras comes con los compañeros de trabajo.
Recuerda que mantener una alimentación equilibrada, en la cantidad y la frecuencia adecuada, no solamente mejora la salud, sino también la calidad de vida, las relaciones sociales y familiares, el clima laboral y la capacidad de gestionar mejor el estrés.
Una óptima alimentación es sinónimo de salud, vitalidad y productividad. ¡Cuida tu alimentación!
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