El mayor deseo de cualquier padre es ver crecer sanos y felices a sus hijos y, en este punto, es donde la alimentación juega un papel muy importante. El modelo de vida actual que llevamos, dónde los padres trabajamos largas jornadas laborables, ha hecho que dispongamos de poco tiempo para conciliar nuestra vida laboral con nuestra vida personal. No obstante, si nos planificamos con anticipación, podemos hacer que el poco tiempo que pasamos en familia sea de la mejor calidad posible.
Recientes estudios publicados en la revista “Pediatrics” indicaron que comer en familia tres o más veces por semana reduce en un 12% las posibilidades de que los niños padezcan exceso de peso, en un 20% de que se tomen alimentos insanos y en un 35% de que sufran trastornos de la alimentación. Pero, además, aumentan las probabilidades en un 24% de que los menores tomen alimentos sanos.
Convertir la cena en un hábito familiar, dónde todos los miembros de la familia estén presentes, ¡puede ser la mejor forma de terminar el día! Seguramente, de las tres comidas principales, la cena sea la comida en la que es más fácil coincidir todos. Además, la jornada laboral ya ha terminado y podemos estar más tranquilos y relajados para poder inculcarles a los más jóvenes no solo la importancia de comer bien, sino el hecho de compartir un momento agradable y entrañable entorno a la comida.
¿Qué factores deberemos tener en cuenta?
Evitar encender el televisor y/o otras distracciones
Comer con la televisión encendida implica perder la noción de qué y cuánto estamos comiendo, a la vez que impide una buena comunicación entre los miembros de la familia.
Preparar la cena en familia
Es importante que tanto los niños como los jóvenes aprendan a comprar y elaborar alimentos en el seno de la familia. Esto estimulará su autonomía y les servirá sobre todo para alimentarse correctamente en la edad adulta, por ejemplo, enseñándoles los distintos grupos de alimentos que deben formar parte de la cena. Se considera que una cena es completa cuando incluye los siguientes grupos alimentarios:
– Hidratos de carbono: son los encargados de recargar la energía perdida a lo largo del día (en forma de pan, patatas, legumbres, arroz, otros cereales…).
– Proteínas: por su fácil digestión, en la cena se recomienda consumir carne magra (pollo, conejo o pavo), pescado blanco o huevos.
– Verduras: para asegurar el aporte vitamínico y mineral del plato.
Aprender buenos modales
El momento de la comida en familia es un espacio idóneo para que los niños aprendan las normas de la mesa, que luego podrán aplicar cuando vayamos a comer fuera de casa o cuando se queden a dormir en casa de un familiar o amigo. Esto incluye: lavarse las manos antes de comer, utilizar los cubiertos en vez de las manos, no hablar con la boca llena, limpiarse la boca antes de beber, pedir las cosas con educación, no levantarse de la mesa hasta que todos acaben de comer… Es un aprendizaje que se hace poco a poco y, muchas veces, por propia imitación de los mayores.
Estimular el diálogo
Comer juntos no es únicamente saciar el hambre en torno a una mesa, es un momento de compartir la comida y también las vivencias que hemos tenido a lo largo del día. Es un momento para preocuparse por el otro, de escuchar a los demás y de expresar nuestros sentimientos para que nuestros hijos también aprendan a expresarlos.
En definitiva, comer en familia puede convertirse en el mejor hábito que podemos inculcar a nuestros hijos, para que aprendan a alimentarse correctamente y, a la vez, disfruten de la comida y de la vida familiar.
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