El momento de reunir alrededor de la mesa a aquellos a los que más quieres debería ser único (si para algo ha servido la pandemia es para tomar consciencia de lo importante que es para nuestra salud emocional el hecho de poder reunirnos). Por eso, deberíamos ser capaces de dar a este momento el valor que tiene, más allá del mero hecho de alimentarnos. Y estaría bien hacerlo siempre, no solo cuando tenemos invitados en casa, sino también con nuestra burbuja familiar, con los que compartimos la vida en el día a día.
Es cierto que la rutina diaria no nos deja mucho tiempo para compartir momentos de tranquilidad con los nuestros, y a menudo nos limitamos a hablar de lo imprescindible (quién lleva o quién recoge a los niños de las extraescolares, quién pone la lavadora, la reunión de vecinos de las ocho de la tarde o quién lleva el coche a pasar la ITV, por ejemplo). Y, cuando tenemos invitados, la preparación de la comida, o de la mesa, hace que quien está al mando de los fogones se pierda la mitad del encuentro yendo y viniendo a la cocina.
En Nomen tenemos la solución a estos dos problemas. Productos tan fáciles de preparar que dejan el tiempo necesario para poder disfrutar del “momento mesa”, ya sea con la pareja y los hijos en el día a día o con los amigos y familiares en alguna comida, cena o celebración. Son los productos de Nomen a la carta, en concreto la gama de risottos y fideuás, dos platos estrella con los que triunfarás en la mesa y que gustan a todos. Incluso, si quieres ir sobre seguro, puedes preparar uno de cada, y así tus comensales tendrán para elegir, ¡como si tu casa fuera un restaurante de 5 tenedores!
Los risottos y fideuás de Nomen a la carta vienen en paquetes de 250 gramos, pensados para 2 o 3 raciones. Si sois más, haz el cálculo de cuántos paquetes necesitarás y también multiplica las cantidades de los demás ingredientes: vino blanco, agua, mantequilla, parmesano… y un último consejo: elige un vino de buena calidad, influirá y mucho en el sabor final del plato.
Apaga la tele, deja los móviles alejados y a ser posible, ponlos en silencio (los mensajes y notificaciones suelen ser muy inoportunos). Reunirse alrededor de la mesa es un buen momento para hablar con los nuestros. Como mucho, pon un poco de música relajante o que os guste a todos para acompañar la comida o la cena.
No saques temas de conversación “polémicos” en la mesa. Seguro que hay temas amables de los que hablar, que os provoquen sonrisas e incluso risas. La mesa debe ser un momento feliz, no de discusiones o enfados. Nada de regañinas ni reproches que puedan contaminar la comida, nada de temas peliagudos como fútbol o política, nada de temas sobre los que sabes que hay disparidad de opiniones y pueden acabar en discusión. Y si alguien inicia una conversación en ese sentido, sé capaz de reconducirla con buenas maneras, cambiando de tema o directamente con un “creo que no es bueno hablar de esto ahora” o “mejor cambiamos de tema, por favor”.
Detalles como poner toallas extra en el baño, o más papel higiénico, cubitos de hielo en el congelador, las bebidas disponibles para que tus invitados puedan servirse sin tener que andar pidiéndote una cerveza o un refresco… te liberarán y podrás disfrutar de la velada como todos los demás.
Darles una sorpresa (puede ser una tontería, desde una florecita hasta una etiqueta con su nombre y un pequeño mensaje o una galleta de la suerte). Incluso, si tienes niños, puedes pedirles que te ayuden, con un pequeño dibujo o mensaje para cada invitado. Se trata de generar alegría, y hacer que los invitados se sientan queridos y mimados es una táctica infalible para lograrlo.